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¿Cómo acompañamos a una niña en su pubertad desde la soberanía del cuerpo y no desde el miedo?

¿Qué tipo de acompañamiento necesitan las niñas en su pubertad?¿Cómo cambiaría su experiencia si, en lugar de miedo, les ofreciéramos confianza, presencia y soberanía corporal?

En este artículo te invito a reflexionar sobre una educación menstrual que transforme y no adiestre. Una propuesta que desafía el enfoque patriarcal, higienista y lineal con el que aún hoy se sigue formando a niñas y madres.


🌿 ¿Acompañamos desde el miedo o desde la presencia?

Vivimos en una cultura que se obsesiona con el futuro de las niñas, pero se desentiende de su presente. Se nos enseña a mirar el cuerpo de la niña como algo que “pronto será fértil”, como si el único valor de su transformación fuera el de “posibilidad reproductiva”. Pero ¿qué pasa con lo que ella está viviendo hoy? ¿Con su alegría, su voz, su dolor, su espontaneidad?


Después de escuchar la ponencia de Carolina Ramírez sobre menarca y salud menstrual, no pude evitar pensar en lo fragmentadas que llegamos a estar. Fragmentadas entre el cuerpo y la emoción, entre la experiencia vivida y el discurso aprendido, entre la niña que fuimos y la mujer que somos hoy. Y me surgió una pregunta urgente:

¿Cómo acompañamos desde la unificación y no desde la fragmentación?

🌸 De la domesticación al despertar del cuerpo

Acompañar no es educar “sobre” menstruación. Es estar presente para lo que la niña está sintiendo ahora. Acompañarla a escucharse, a confiar en su cuerpo, a decir que no. A decidir. A mirarse con ternura. A reconocer sus cambios sin que esos cambios sean motivo de vergüenza ni de censura.

La cultura dominante nos habla de menstruación desde el miedo, desde el “cuidado” para no quedar embarazada, desde el “ten cuidado con los hombres”. Nunca desde el placer, desde la soberanía, desde la creatividad que despierta el cuerpo en transformación.


🔥 Educación menstrual: ni higiénica ni romántica, sino transformadora

Si no politizamos la educación menstrual, corremos el riesgo de pasar del tabú a la romantización. Y lo que necesitamos es otra cosa: espacios protectores, donde las niñas puedan hacer preguntas verdaderas, donde se hable con la voz y con el cuerpo, donde no haya risitas incómodas ni silencios cargados.

Necesitamos repensar lo que entendemos por salud, por bienestar, por ciclo. Hablar de menstruación no es hablar del útero como órgano aislado, es hablar del derecho a habitar el cuerpo desde una narrativa propia, lejos del mandato de la utilidad, del control o del sacrificio.


👑 Reescribir los cuentos, reescribir el cuerpo

¿Qué nos diría Blancanieves si pudiera hablar desde su útero? ¿Y Rapunzel? ¿Seguirían esperando al príncipe o se soltarían la trenza y bajarían solas? El proyecto de reescribir nuestras narrativas empieza ahí: cuando nos damos cuenta de que nuestros cuerpos tienen historia, voz y deseo.


✨ El útero y el placer: una memoria por recuperar

Tal como lo explica Casilda Rodrigáñez, el útero está preparado filogenéticamente para el placer, no para el dolor. Pero nosotras lo habitamos con miedo. Desde niñas se nos niega el derecho a explorar nuestro deseo. Mientras a los niños se les autoriza el placer, a nosotras se nos reprime.

Esto no es solo simbólico. Es corporal. Un útero que no se ha habitado con placer, se endurece, se contrae, duele. Por eso acompañar a una niña en su pubertad también es invitarla a recuperar su soberanía, a mirar su cuerpo como territorio vivo, sensible y digno.


💌 ¿Y ahora qué?

Si queremos que las niñas se conviertan en mujeres que habitan sus cuerpos con amor y no con miedo, tenemos que acompañarlas desde hoy. Desde el respeto, desde el contacto y desde la verdad.

🧭 Descarga gratis esta guía para madres, educadoras y acompañantes del ciclo:

👉 “6 claves para acompañar la pubertad desde la soberanía del cuerpo”






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